El Flautista de HameNIL
Sobre talento, indiferencia y melodías que se llevan lo que no supimos cuidar.

Hubo un tiempo en el que la NCAA, como llamaba Andres Montes a la universidad de North Carolina, era una fábrica de churros. Universidades con presupuestos millonarios ofrecían becas carísimas a cambio de jugar para ellas. Te daban educación, te apretaban y te explotaban. No te pagaban un dólar, pero te pagaban un aeducación al alcance de muy pocos. Durante un tiempo, algunos jugadores de zonas mas desfavorecidas o con un físico más desarrollado para su edad, esquivaban ese sistema: daban el salto directamente desde el instituto a la NBA en busca del dinero. Pero no todos estaban preparados. Se acumulaban los casos de chavales devorados por la presión, el dinero, las expectativas, la vida lujosa... La liga empezaba a tener un problema de imagen y de madurez. Entonces la NBA impuso que si querías llegar, primero tenías que pasar por la universidad. Al menos un año. Nada de entrar en la liga antes de los 18. Había que pasar por ese embudo. Hasta creó un tipo de jugador, el One And Done. Los equipos se lanzaron a la caza de estos jugadores porque si querias ser alguien en la NCAA (vease Kentucky), tenias que tener muchos de estas estrellas de instituto. Durante este tiempo, las universidades ganaban millones con la imagen y el rendimiento de sus jugadores: camisetas, retransmisiones, derechos… mientras los jugadores no veían ni un pavo. Hasta que el sistema empezó a resquebrajarse con escándalos como el de los Fab Five de Michigan con las apuestas, rutas alternativas como Europa o la creación de la G-League Ignite.
El NIL
La NCAA acabo aceptando la política del NIL, no porque le pareciera justo, sino porque no le quedó otra. Durante años defendieron a capa y espada que los deportistas universitarios no podían cobrar porque eran “amateurs”. Pero claro, cuando empezaron a lloverles las demandas, los estados empezaron a aprobar leyes que sí permitían esos pagos, y la opinión pública se les echó encima… Convirtieron, por pura supervivencia, un problema en una oportunidad que lo ha cambiado todo. O cambiaban las reglas o el sistema se les venía abajo.
La NCAA sacó la flauta y empezó a tocar. Además de todo lo de antes: Becas, visibilidad, estructura… ahora también dinerito. Por supuesto, no todos supieron adaptarse.
Y otra:
“Ya no creo que pueda gestionar este nuevo entorno. Estoy agotado.”
Son palabras de Jim Larrañaga, el legendario entrenador que llevó a Miami a dos Final Four. Dimitió, “agotado” por un nuevo ecosistema donde, ya no sé podía apretar a los jugadores como antes… Adaptarse o desaparecer
La melodía de la flauta no solo se esuchí alli. Es que en Europa, los niños ya han empezado a seguirla.
“Os arrepentiréis de vuestra palabra rota.”
¿Cómo íbamos a pensar que eso nos iba a afectar a nosotros?
Aquí tenemos la mejor liga doméstica de Europa, cuatro equipos en Euroliga, y una selección que —da igual la generación— siempre compite, siempre pelea. Solo con eso, los jóvenes deberían estar como locos por quedarse. Por luchar por un hueco en algún equipo español.
Deberían.
Pero no lo están.
Porque lo importante es que los chavales como dijo el Fary quieren camelar
Estamos perdiendo jugadores porque tienen otras opciones mucho más interesantes. Opciones donde pueden formarse, cobrar y jugar. Y, sobre todo, en sitios donde no los tratan como relleno. Ni tienen que compartir pista ni vestuarios con veteranos, resabiados
Solo hay que mirar la lista de españoles en RealGM jugando en la NCAA.
Interminable. Algunos están en universidades de primer nivel, otros en programas más pequeños. Pero todos tienen algo que aquí les cuesta encontrar: estructura, visibilidad y minutos de verdad.
Algunos ni siquiera han pasado por España...
Creo que la grieta está abierta desde hace mucho ya que algunos jugadores están en su útlimo año.
Santi Aldama, desde Gran Canaria → directamente a Estados Unidos (Canterbury Academy, Loyola Maryland), ¡sin un solo minuto en ACB! Ahora es titular en Memphis Grizzlies
Great Osobor, nacido en Tudela, Navarra se crió en Reino Unido y triunfó en la NCAA con los Huskies de Washington; hoy gana más de 2 M$ por sus derechos NIL, sin haber pisado la liga española
Mario Saint‑Supery, citado recientemente por Gonzaga, comenzó en Málaga y lo ha hecho muy bien en Manresa.
Rubén Domínguez, tras destacar en Bilbao (récord de 35 puntos en un partido), ha decidido pasar a Texas A&M
También podemos hablar de Aday Mara, Álvaro Folgueiras, Baba Miller …
¿Sabéis esa típica historia de dos personas en la que una está enamorada de la otra, pero no le hacen mucho (o ningún) caso… hasta que la parte ignorada decide fijarse en una tercera y, entonces, ante el miedo de perderla, la otra empieza a valorarla?
Pues eso está pasando.
Creo que todo estalló y el baloncesto español se dio un golpe de realidad, cuando Dame Sarr, ahora en Duke, prefirió ir a un entrenamiento de promesas en EE.UU. antes que seguir sumando minutos con el Barça en Euroliga y ACB. Estaba jugando y le estaban dando minutos, estaba siendo importante. Aun así, se fue. Su futuro no estaba aquí. Aquí, como mucho, presente inmediato o arreglar la papeleta mientras el veterano estuviera lesionado.
Juancho esa semana decía esto en dos entrevistas:
¿Cómo vas a decirle a un chaval que renuncie a un millón o dos?
“No me gusta mucho ver a equipos que no tienen a ningún español en la plantilla; es un poco vergüenza…”
Y dije, es verdad; cuantos españoles nacidos en España y no solo con ficha JFL están jugado en esta temporada? Porque te fijas en equipos como, no sé, así sin pensar mucho: Baskonia, Girona, Coruña… ¿Cuántos españoles jóvenes hay? Bueno, ¿españoles en general? Pues pocos o ninguno.
Y no es solo que haya pocos. Es que, incluso estando, su rol suele ser secundario.
Esta gráfica muestra el jugador con más uso (USG%) de cada equipo ACB durante la temporada…
Y lo que ves destacado con foto: los españoles que más uso tienen. No hay nadie que sea el lider en este apartado.
De los 298 jugadores que han disputado esta última temporada, nacidos en España hay 75 y si; ya lo calculo yo, el 25%. Y de esos 75 cuantos tienen menos de 22 años? Pues 25 jugadores. Luego el 8% de los jugadores de la ACB tienen 22 años o menos y de ese 8% quienes son los más destacados?
Haciendo la tabla me llamó la atención el caso de Caicedo porque, al menos para mi, ha pasado bajo el radar. Promesa de cantera, internacional U18, minutos con el Barça en ACB y Euroliga… parecía que iba para arriba. Pero ni siquiera encadenar buenas actuaciones le garantizó espacio, primero fue a Granada, luego al Lleida con los que en Marzo llegó un acuedo de rescisión; esos 8:28 minutos de media le hicieron mirar para otro sitio donde pudera jugar mas y se marchó al Stade Rochelais, colista de la LNB francesa.
De un equipo de la parte baja de la ACB a otro de la parte baja de la liga francesa —como se ve en la tabla— para jugar.
En Francia, aunque el equipo bajara, tuvo lo que aquí ni un equipo colista puede ofrecer.
Entonces ahora viene la excepción. Decidir quedarse.
Sergio de Larrea, base vallisoletano de 19 años, ha optado por un camino distinto: renovar con Valencia Basket hasta 2028 y renunciar al draft de la NBA, a pesar de tener buenas opciones —incluso aparecía en el puesto 31 de los mock drafts de ESPN
Valencia le ha respondido con una mejora salarial que ratifica su importancia en el proyecto as.com.
Hasta ahora ha disputado 29 partidos con el primer equipo, dejando medias de 5,8 puntos, 2,2 rebotes y 2,2 asistencias en ACB, y un rol creciente en la rotación de Pedro Martínez.
Recapitulemos,
Entonces hasta ahora tenemos:
Están los que ni siquiera pasan por aquí: Aldama, Osobor, Alamansa…
Están los que pasan, pero se van: Rubén, Mario, Caicedo…
Están los que deciden quedarse: Larrea.
Y mientras tanto, el alcalde de Hamelín —el que se creía dueño de la chiquillada— no es que temiera al flautista que se los está llevando. Es peor: ni siquiera había contemplado que esto pudiera pasar. Y ahora se encuentra sin armas y cantando el: “Pobre de mi“.
Se aferra a discursos distópicos, a apelaciones patrióticas, a sucedáneos marca blanca como ese proyecto de desarrollo sub-22. Como si eso bastara para mantener a los suyos cerca. Como si los chavales no tuvieran ojos. O ambición.
Y seamos claros: no se trata solo de perder talento nacional. Se trata de que las joyas que reclutas, formas y colocas en tu escaparate, también se van. Hemos hablado de jugadores como Dame Sarr, al que el Barça desarrolló y dio minutos —ACB, Euroliga— y que, aun así, decidió marcharse a Estados Unidos a probar en un campus de jóvenes promesas, basicamente porque iba a ganar más, tanto deportiva como economicamente, los jugadores no son ONGS.
Los notables del pueblo no se van a quedar de brazos cruzados.
No podrán igualar ofertas millonarias, pero sí pueden mover el tablero:
— Blindar derechos de formación.
— Exigir cláusulas de retorno.
— Cobrar compensaciones si un jugador formado en casa se marcha.
— Y si vuelve, que sea a quien apostó por él primero.
Porque si ya no pueden evitar que escuchen la melodía, al menos se asegurarán de que, a partir de ahora, hacer clink, clink caja con ellos





