El dilema de la eficiencia ofensiva o el timo de la Summer League
Es la liga de verano una mentira?
Lo que realmente sucede en las tripas de La Summer League nada tiene que ver con los análisis o las cábalas que nos hacemos viendo a los jugadores, qué si este jugador tal qué si este jugador cual.
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Ahora, volvamos a la liga de verano.
La Summer League siempre ha sido un laboratorio extraño. Un lugar donde los rookies y jugadores no drafteados se juegan su futuro mientras los entrenadores y scouts los empujan a probar cosas que, en temporada regular, serían impensables. Aquí todo va a camara rápida: la toma de decisiones, el ritmo, los lanzamientos. Y en este escenario acelerado surge el gran dilema que cada año divide a analistas, entrenadores y aficionados: ¿Nos tenemos que creer lo que pasa allí?
Realmente yo lo veo como un examen de oficio, algo como demostrar si esto fuera una obra de construcción; quien es fontanero, quien pintor, quien albañil, etc. No quieres que el pintor levante paredes, o que el fontanero ponga ladrillos. De esta manera no tienes que meter mas de 20 puntos es una exposición para demostrar si puedes hacer cosas concretas y sostenibles: asistir, rebotear en ataque, defender con energía o leer el juego sin necesidad de balón. Lo importante no es brillar, sino dejar claro cuál es o puede ser tu principarl rol.
La utilidad de la Summer League lleva años en disputa. Dean Oliver —uno de los padres de la analítica moderna— lo resumía así esta misma semana:
“Not much. Stylistically it says something, but still not much.”
Ese enfoque escéptico sigue presente, pero la evolución del análisis nos permite afinar la pregunta. No se trata tanto de predecir producción futura como de observar cómo juega un jugador: si lanza mucho de tres, si rebotea en ataque, si pasa, si protege el aro. Son hábitos, no resultados. Y eso sí puede darnos pistas valiosas.
En teoría, la Summer League es el escenario ideal para descubrir quiénes pueden asumir un rol ofensivo importante. Los entrenadores fomentan que los jugadores tiren, experimenten y asuman volumen. Es decir, que se expongan. Sin embargo, ese contexto tan abierto y experimental puede inflar o hundir estadísticas de maneras muy poco fiables.
Muchos rookies en este contexto, se ven con carta blanca para disparar desde cualquier lado. A veces esto resulta en exhibiciones espectaculares que alimentan hilos virales y titulares rápidos, como el caso de Gabe Madsen en los Warriors, que apareció en medios tras un partido con 6 triples y una eficiencia delirante. Pero, ¿qué nos dice eso realmente?
Por un lado, destacan los jugadores que combinan alto volumen ofensivo (USG%) y alta eficiencia en el tiro (eFG%). Son perfiles especialmente valiosos porque han demostrado ser capaces de crear, finalizar y mantener la eficacia incluso cuando el equipo depende de ellos para generar ataque. En este gráfico aparecen nombres como David Jones, Selton Miguel o Kyle Filipowski que no solo han sido efectivos, sino que también han cargado con gran parte del peso ofensivo de sus equipos. Estos son los perfiles que puedes llegar a pensar de su posible impacto positivo: no solo producen, sino que lo hacen echandose el equipo a la espalda y con volumen, lo más parecido a un "robo", o una esperanza, o un problema para la estrategia de su equipo; que en algunos casos es dejarse caer en la clasificación para optar a mejores jugadores, porque como dice Jacobo León a ver cómo le dicen a Filipowsky qué va a empezar de reserva esta temporada.
Por otro lado, aparecen jugadores con eficiencias altísimas pero con un uso ofensivo muy bajo. Son especialistas, tiradores de esquina o secundarios que se benefician de lo que pueda absorber otro jugador: sólo tiran cuando están totalmente liberados y casi nunca tienen que forzar un tiro tras bote. En el gráfico aparecen arriba a la izquierda: nombres con porcentajes brillantes pero sin peso, de ahi que ni los reseño. El riesgo con estos jugadores es pensar que podrán replicar esos números en un rol más grande, cuando la realidad es que su impacto se diluye en cuanto la defensa rival los obliga a amagar y crear.
Y, finalmente, están los que asumen mucho volumen pero pinchan en eficiencia. Jugadores que están en fase de prueba, a veces obligados a demostrar que pueden (o no) generar sus propios tiros. Fallan, toman malas decisiones y acumulan pérdidas. Para ellos, la Summer League es un simulador de dificultades: el momento de descubrir sus límites antes de que el scouting NBA los mande al banquillo. Casos como el de los rookies de los Nets que lo que más preocupaba al staff no era solo la incapacidad para encestar triples, sino su renuencia a intentarlo.
“Lo que nos han dicho los entrenadores es que intentemos encestar tantos triples como podamos. Lo más importante para nosotros es conseguir triples tras tocar la pintura o en transición, completamente desmarcados. Pero sí, queremos tirar muchos triples y podemos hacerlo mejor. Es, como dije, parte del proceso —dijo Saraf—. Necesitamos hacer ajustes, tanto yo como los demás. Y lo haremos.”
Y es que provocar un volumen ofensivo alto puede acabar delatando carencias que en otro contexto no se verían tan rápido.
El gráfico que acompaña este texto resume esa tensión de manera visual. El eje horizontal muestra el USG%, que indica cuántas posesiones termina el jugador. El vertical mide la eficiencia efectiva (eFG%), un indicador que ajusta el acierto teniendo en cuenta el valor extra del triple. La gran clave aquí es observar qué jugadores logran mantenerse en la esquina superior derecha: mucho volumen y mucha eficiencia. Los más valiosos. Los que posiblemente tengan futuro en un rol importante.
El dilema de la Summer League no es nuevo, pero se agrava cada año. La obsesión por el triple y la "modernidad" ofensiva hace que se incentive el volumen a cualquier precio, aunque eso distorsione la percepción. Cada verano produce sus "héroes de Las Vegas", jugadores que parecen estrellas durante dos semanas y luego desaparecen cuando empieza la temporada regular. Lo vemos también con perfiles como Carter Bryant, de los Spurs que confíaba en que sus porcentajes mejoraran, pero cuya eficiencia se resiente al aumentar el volumen .
Mi opinión es que la Summer League va de descubrir qué pueden aportar al baloncesto NBA los nuevos jugadores; la eficiencia da un poco igual, lo que importa es que utilidad les pueden sacar sus equipos y no tanto descubrir al futuro jugador franquicia.
De qué nos podemos fiar
Como siempre, Owen Phillips en su boletín The F5 ha vuelto a descubrir el hilo de las marionetas. En su última entrega, Summer League Stats You Can Trust, actualiza qué estadísticas de estos partidos veraniegos han tenido correlación de verdad con el rendimiento durante la temporada rookie.
Lo importante no es cuanto anotan, total les van a cortar el grifo en cuanto esto se ponga serio.., sino de cómo juegan: qué tipo de tiros eligen, si se involucran en la circulación del balón, si cargan el rebote ofensivo o si protegen el aro.
Debajo, aprovechando su enfoque; recojo el TOP 15 de cada categoría sticky que, según su análisis, son las que tienen transferencia con la Regular Season. No van a dar la clave para descubrir al próximo Jokic, pero nos da pistas que tipo de jugadores serán.
Triple
Jaxson Robinson (95%), Buddy Boeheim (Cleveland) y Steven Ashworth (Indiana) lideran con más del 90% de 3PAratio.
Caleb Grill, con 12.4 intentos por 36 minutos y un 88.7%, encaja a la perfección en este perfil. Sus equipos sabrán dónde ponerles.
Asistencias
Markquis Nowell y Nikola Topić encabezan la lista. Son de esos jugadores que puede dirigir una segun da unidad cuando los titulares descansan.
Rebote ofensivo
Una estadística poco glamurosa pero clave. Charles Bassey y Moussa Cissé destacan por su insistencia en generar segundas oportunidades.
Tapones
Alex Sarr confirma su rol de protector del aro con un brutal 6.7 tapones por 36 minutos.
Adem Bona, Chris Ledlum o el propio Cissé también intentan ganarse su sitio desde la defensa.
Un apunte final: Steven Ashworth y PJ Hall aparecen en más de una categoría. El primero como tirador y asistente; el segundo como asistente y… ¿taponador? Una combinación inesperada, pero ahí están los datos.
Total, espero que los que habéis pagado el League Pass hayáis encontrado algo con lo que llenar el vacío veraniego. Que hayáis leído quiénes sí y quiénes no, que os hayáis cabreado por ese jugador de segundo año al que no le dan minutos… pero que lo que habeis visto no tiene el 99% de las veces que ver con lo que será. Todo es mentira. Ya lo dijo Caruso: "Gente que puede meter 20 puntos en la NBA sale de debajo de las piedras. Lo difícil es encontrar a alguien dispuesto a aceptar un rol". Y eso es lo que muchos aún no saben: la mayoría vienen de ser estrellas en su equipo, y el verdadero salto está en aprender a no serlo.
El año que viene más.
Nos leemos, y si te ha gustado…






