Cade Cunningham es un Bad Man
And that's it ya no es un Bad Boy
Ya no es un Bad Boy ahora he’s a Bad Man
Así lo definió su entrenador tras su actuación frente a Memphis. La victoria de los Detroit Pistons sobre los Memphis Grizzlies (114-106) fue la tercera consecutiva para el equipo.
Pero empecemos por el principio.
Origenes: de Arlington a Detroit (A Pandemia Tale)
A través de mi admirado Àngel Lluís Carrillo, en pandemia, me uní a un grupo de WhatsApp en el que se hablaba de baloncesto universitario, ese baloncesto que los que somos muy cafeteros adoramos; quizás por la vanagloria -y nunca mejor creada una palabra- de ver antes que nadie quién va a ser la próxima estrella o descubrir a ese jugador del que nadie habla, pero que se va a convertir en un All-Star.
Como dije antes, era pandemia y tenía mucho tiempo; tanto, que lo dediqué, entre otras cosas, a verme todos los partidos de Oklahoma City Thunder que jugó Chris Paul (The Point God) antes de que cerrasen la competición. Ese año no salí de Oklahoma.
Bueno, retomo.
En ese grupo, sobre todo, se destacaban dos jugadores: Cade Cunningham y Moses Moody. Para ser sincero, ninguno de los dos me sacaba un “wow”, pero bueno, si gente tan entendida lo decía, había que bajar el ego y ver qué veían en ellos. A mí, sin embargo -los que me conocen lo saben-, la turra que di con Scottie Barnes y, sobre todo, (mucha mucha turra) con Austin Reaves fue considerable. Pero ese será otro capítulo. Aquí dejo un partido en el que se enfrentaron Austin y Cade (yo iba con Austin).😊
Cade Cunningham nació y creció en Arlington, Texas, en 2001. Como todo niño texano (donde el fútbol americano es casi una religión), quería ser quarterback como Vince Young, y así lo hizo hasta los 10 años. Cuenta que esa experiencia -leer defensas, tomar decisiones y liderar- acabó moldeando su forma de entender el baloncesto. Su hermano mayor, Cannen, acabó convenciéndole para centrarse en el basket.
“Siempre quise ser quarterback. Me gustaba tener el balón y tomar decisiones por todos”.
“Cuando pasé al baloncesto, me di cuenta de que la posición de base era lo más parecido”.
En el instituto se mudó a Montverde Academy, donde coincidió con Scottie Barnes y Moses Moody, convirtiéndose en el mejor jugador del país antes de llegar a Oklahoma State. Allí, en su único año universitario (2020–21), se consolidó como una estrella.
En sus 21 partidos de conferencia, el 81 % de los intentos de tres puntos de Cunningham se realizaron por detrás de la línea de tiros libres. Como principal manejador del balón de OSU, Cunningham anotó o asistió en más de una cuarta parte de los tiros de campo anotados por los Cowboys. Tenía una clara propensión a dominar la parte superior de la pintura sin alejarse demasiado hacia las esquinas. Y generaba dudas sobre si en la NBA seguiría dominando el balón o si se le asignaría un manejador principal y él debería transicionar a escolta.
El caso es que Cade Cunningham tenía algo que me recordaba a Iverson (quizás esa finta de hombro estirando el brazo que tanto usa o esa facilidad para entrar o jugar como si él estuviera en otra emisora). Cómo diria Guille Jimenez de Curry, yo lo decía de Cade: “Cunningham sabe cosas.” Los grandes amores, por lo menos los míos, han sido los que poco a poco te van calando hasta que te das cuenta de que estás enamorado hasta las trancas.
Número uno del draft. Lo esperado. En Detroit. Soy de Boston, pero los Bad Boys son como mi amante secreto. Todo correcto. Personalmente tenía mis dudas, porque ese juego medio en cámara lenta no ayudaba a verlo jugando a la velocidad de la NBA. Pero bueno, se le veía como ese padawan que observa, se equivoca y aprende. Y ese ritmo se ha convertido más en una marca que en una limitación.
Detroit y la búsqueda de identidad
En su primera temporada con los Detroit Pistons jugó 64 partidos y promedió 17,4 puntos, 5,5 rebotes y 5,6 asistencias. Mostró un control del ritmo poco común para un novato y una capacidad evidente para dirigir el ataque. Cosa que me sorprendió que podría trasladar desde la NCAA. Su eficiencia fue irregular, con un 41% en tiros de campo y un 31% en triples, pero asumió un alto volumen y un poder de decisión desde el principio.
La temporada siguiente, 2022-23, estuvo marcada por las lesiones. Solo disputó 12 partidos y se sometió a una cirugía en la pierna izquierda que lo dejó fuera el resto del curso. Parece una similitud diabolica la del segundo año, a Jordan tambien le pasó con un tobillo en su segunda temporada.
En la 2023-24 volvió como líder del proyecto de Detroit. Promedió 22,7 puntos y 7,5 asistencias, aunque el equipo no ganba a nadie. Su uso ofensivo fue de los más altos de la liga, y mejoró su selección de tiro, especialmente en el rango medio, donde se sintió más cómodo creando tras bote. Su eficiencia desde el triple subió ligeramente, y su lectura en situaciones de pick and roll daba gusto verla.
En la temporada 2024-25 mantuvo ese papel central. Promedió 21 puntos y más de 6 asistencias, con un mejor equilibrio entre anotación y generación. Los Pistons comenzaron a mostrar una estructura más coherente a su alrededor, con jóvenes como Jaden Ivey y Jalen Duren ganando peso en la rotación.
2025-26 confirma la evolución
Esta temporada ha comenzado como si Cunningham tuviera algo que demostrar (un man on a mission, que le decían a Aldama). En los primeros partidos del curso ha mostrado una mejoría evidente en la toma de decisiones en los finales apretados. Se le ve más asentado en su rol, con menos altibajos y más consistencia en el control del juego.
Como se vio el 29 de octubre, registró 30 puntos, 10 asistencias, 6 rebotes, 3 robos y 3 tapones, sin perder un solo balón. Con esa actuación se unió a solo otros seis jugadores en la historia de la NBA (LeBron James, Kevin Durant, Nikola Jokic, Luka Doncic, James Harden y Dwyane Wade) que han alcanzado esas cifras en los últimos 20 años.
Contra Utah, en un partido igualado, los Pistons se impusieron gracias a él en los minutos finales. Terminó con 33 puntos, ocho asistencias y cinco rebotes, 19 de ellos en el último cuarto.
El entrenador de Detroit, JB Bickerstaff, valoró su actuación después del encuentro:
“Es un jugador importante. En los momentos decisivos necesitas a alguien así, y somos afortunados de tenerlo. Tiene la valentía para lanzar y encestar. Esos 19 puntos en un cuarto marcaron la diferencia.”
Cunningham se ha consolidado como uno de los jugadores más fiables de la NBA en los finales apretados. Promedia 12,3 puntos en los últimos cuartos, una cifra que refleja su impacto en los cierres. Suele empezar los partidos con cierta irregularidad en el tiro, pero cada vez corrige antes esas rachas dentro del mismo encuentro.
Qué dicen los datos
Como vemos aquí, en los tres primeros periodos desaparece en cuanto a anotación, pero yo, que algunos partidos le he visto (antes de sacar la estadística de abajo), intuía cosas. Recuerdo las temporadas de Russell Westbrook -y quizá esto sean películas mías- pero era curioso ver que, cuando llegaba a 10 asistencias, ya no pasaba menos, y cuando tenía 10 rebotes se ponía de palomero. Pero volvamos a Cade: ¿qué hace en esos periodos?, ¿dónde se mete? Pues sigue produciendo para el equipo. Y digo bien, “para”.
Como se puede apreciar, en ese tiempo se dedica a repartir el juego. Incluso en el segundo cuarto es líder en asistencias y tercero en el último periodo; en los demás se mantiene en el Top. Ayer (miércoles), frente a Utah, cómo decía antes volvió a liderar en un partido que Detroit rompió tras el descanso (135-116).
“‘It’s a progress, man. You can’t expect a month’s worth of work in a week’
“It’s a great win for us against a team with a lot of talent”, resumió Cunningham tras el partido.
Aunque su rendimiento en los últimos cuartos es muy bueno, tiene un talón de Aquiles que debe mejorar: los tiros libres y el tiro exterior siguen siendo irregulares (en torno al 33 % en triples), que en los tiempos que corren es como ir vestido de romano. De hecho, esta temporada, a pesar de sus buenas actuaciones, como se puede ver abajo, está teniendo un problema con sus porcentajes. Pero su visión de juego, su IQ, y su capacidad para anotar desde la media distancia no se los quita nadie.
Es un Bad Man pero…
Su porcentaje en tiros libres es el peor de su carrera y, como se ve, ha dado un paso atrás en las distancias. Hay un aspecto curioso: mejora en lo que peor llevaba el año pasado y viceversa.
Lo cierto es que Cunningham tiene ventaja de tamaño respecto a muchos guards (6’6”), lo que le permite jugar con gran versatilidad. En asistencias ya está en la élite de los creadores puros. Las mejoras que debe trabajar para estar en la élite de la élite son el tiro exterior y la capacidad de elevar de forma consistente a su equipo hacia el éxito colectivo.
Si Detroit consigue acompañarle como lo está haciendo, quizá pronto deje de ser un Bad Man para convertirse en un Bad Leader.
De momento, Detroit es segundo del Este (6-2), por detrás de Chicago.
Este comienzo no lo vio venir nadie.
“Veremos lo que dura.”
Ivo Villanueva








